Noticias de AWR

Dios nos Ofrece Ir

Por Dyane Pergerson
Miembro de la Junta Directiva de AWR desde el 2004

“¿Ir? ¡Señor, no puedo! Estamos cortos en personal. Yo estoy ayudando a cubrir esas dos posiciones y llevando mis propias responsabilidades. Volar la mitad alrededor del mundo para asistir a la Asesoría de AWR en el Asia/Pacifico en Batam, Indonesia, y viajar con AWR ¿por dos semanas? ¡Imposible! Además, ¡mi pasaporte está a punto de expirar! Señor, Iré la próxima vez.”

Pero yo estaba intranquila con esta respuesta, por lo que en mi correo electrónico al presidente de AWR Dowell Chow decía lo siguiente, “Estoy interesada, pero seriamente me pregunto si voy a ser capaz de ir.” Dowell respondió, “Ore acerca de ello y déjeme saber tan pronto como sea posible.”

“Padre, por favor una señal, un vellón… dime que hacer.” Mi pasaporte era el vellón. Voy a dejar los detalles para otra vez, pero basta con decir que lo que normalmente tomaría un mes por correo (tiempo que yo no tenía) fue realizado en una semana. ¡Vámonos!

Con emoción, presenté mi pasaporte y pase de abordo a seguridad en el aeropuerto de Richmond, Virginia. ¡Ya iba en camino! En unas pocas horas me reuní con Dowell en Chicago, asimismo con Greg Scott, vicepresidente ejecutivo, el vicepresidente de finanzas Kent Sharpe, y un compañero miembro de la junta directiva Don Martin. Viajamos juntos por los próximos 14 días- visitando o pasando a través de siete países en el proceso.

Nuestro primer destino fue Batam, adonde fuimos recibidos con alegría por el pequeño equipo de AWR en el Asia/Pacifico. El aire, electricidad con expectación, hizo evidente que Dios estaba brindándonos su gracia con su presencia y poder.

Los productores de programas de AWR, directores de estudio y directores de comunicación llegaron desde India, Sri Lanka, Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Filipinas, Tailandia, Nepal y Yakarta, Indonesia. Sus caras estaban ardientes de gozo y entusiasmo. A pesar del cansancio del viaje, ellos estaban dispuestos a escuchar, compartir, y aprender durante las reuniones de asesoría.

En los siguientes dos días, llegamos a ser compañeros espirituales, profundizando nuestro compromiso y conexión con Cristo mientras pasábamos tiempo orando, fraternizando, y aprendiendo. Salimos renovados y con poder para llevar el evangelio aún más lejos a cada nación, tribu, lengua y pueblo. Orando juntos por una última vez, partimos.

Dowell, Kent, Don y yo volamos luego de la estación de onda corta de AWR a la isla de Guam. No tengo palabras para describir lo que experimenté allí. La cortina masiva de antenas era impresionante. Las cortinas están por lo general cerradas para apartarnos del mundo, para protegernos de ojos observadores y a nuestros muebles del daño de los rayos UV. Pero estas cortinas de antenas son la antítesis de cierre. Ellas están esparciendo la “luz del hijo” de la palabra de Dios…irradiando el evangelio eterno de Jesucristo a un mundo encerrado en las tinieblas, opresión y desaliento por la falta de exposición a la luz del mundo.

Mi mente va por siempre abrigar la imagen de las torres de 300 pies y las expansivas cortinas de antenas silenciosamente balanceándose en las brisas del océano de esta pequeñita isla en el Pacifico Sur. Lágrimas de gozo llenaron mis ojos cuando contemplé a Dios usando pedazos de alambre, computadoras, y las voces y lenguas de sus hijos fieles para contar su historia, de esparcir la “luz del hijo” a las tres cuartas partes de las poblaciones del mundo, en resultados de idiomas. ¡Alabado sea Dios por AWR en Guam!

Yo estaba parada allí junto con los ingenieros de AWR, hombres dedicados quienes son apasionados y visionarios para la gloria de Dios, cada uno de nosotros atrapados en nuestros propios pensamientos reverenciales. Me vino a la memoria los escritos de Juan el revelador, en otra isla distante, mientras el grababa su visión de los redimidos y animaba a los sirvientes fieles de Dios: “… Después de esto miré, y vi una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en sus manos.”

¡Qué privilegio! Llamado a colaborar con Dios a través de AWR, llevando el mensaje adonde los misioneros no pueden ir, alcanzando un incontable número de hijos de Dios. ¿Silenciosamente? Oh no, proclamando, con una fuerte voz, el amor de Dios y su inminente retorno. Penetrando barreras políticas, celdas de prisión, cercas alambradas con púas, paredes de oscuridad e ignorancia levantadas por el enemigo. Estoy agradecida de que Dios dijo, “¡Vámonos!”

Dios te ofrece a ti también lector, diciendo, “Así yo te envío.” ¡Vámonos!

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